Pacieeeeeeeeencia

Ya estamos aquí de nuevo, pero es que los comienzos nunca fueron fáciles. Bueno, ya tenemos hogar y por lo tanto, más facilidad para irnos comunicando, pero os debemos  nuestra semana de vacaciones así que aquí vamos.

Pues bien, llegamos a Canberra y la primera impresión cuando salimos del aeropuerto es que era mucho más verde de lo que nos imaginábamos. Fue una grata sorpresa. Nos dimos una vuelta con el coche por la ciudad antes de dirigirnos al hotel para hacernos una idea rápida de cómo sería y la verdad, nos pareció bastante fea. Bueno ya encontraríamos los sitios chulos, pensamos, era pronto para juzgar.

Empezando a acusar el cansancio del viaje, nos dirigimos al hotel por si nos dejaban hacer el check in aunque fuese un poco temprano (eran las 11 de la mañana). El hotel era  un resort con spa a las afueras de Canberra. ¡nos queríamos dar el caprichazo después de la boda! ¡que se notase que era luna de miel!
Pues bien, cuando llegamos al " súper hotel" se nos cayó el alma a los pies, además de estar lejos de la ciudad era cutre y feo. Los tejados de chapa oxidada le daban cierto aire de abandono y los caminos entre las habitaciones (era tipo motel) estaban bastante sucios y descuidados. El buen humor se nos iba quitando, para colmo, no nos dejaron entrar en la habitación y el cansancio se acusaba cada vez más.

Cogimos de nuevo el coche hacia Canberra en busca de un sitio en el que estar hasta las 14:00 que pudiésemos entrar en el hotel, pero no encontrábamos donde dejar el coche, además no se veía gente por la calle ni sitios donde tomar algo, hasta que vimos un párking de un centro comercial.¡allí estaba toda la vida!
Parecido al modelo americano, nos dimos cuenta de que la vida de la ciudad se concentraba en los centros comerciales. Así que nos dispusimos a buscar un puesto de comida rápida, por lo menos para coger fuerzas.

Encontramos un puesto de Sushi, así que nos lanzamos a él como locos y nos pusimos a observar nuestro entorno. Era la hora del lunch así que disfrutamos con el espectáculo multiracial que se organizó en un momento. Por aquí, lo que abundan, como es lógico por cercanía, son los asiáticos.

Después nos dimos una vuelta por el centro comercial a ver si encontrábamos algo curioso, pero nada, la globalización es lo que tiene.

En fin, de vuelta al hotel, recuperado el buen humor pero cada vez más cansados, decidimos que en vez de las dos noches que íbamos a estar en Canberra, íbamos a estar sólo una y nos íbamos de ruta, ya que nos sentíamos con fuerzas y la espalda de Arantxa llegó muchísimo mejor de lo que habíamos imaginado.

Por la noche cenamos en el hotel y nos quisimos dar un homenaje a la salud de Enrique y Trini ya que su regalo ha sido para gastarlo en turismo gastronómico ;)
Vimos que en la carta había ostras así que nos las pedimos con una botella de vino blanco australiano que resultó estar riquísimo. Cuando llegaron las ostras ¡venían con bacon y una salsa tipo barbacoa!! ¡vaya manera de cargarse el manjar! jejeje

A la mañana siguiente nos dirigimos a la costa y por fin, vimos bichos ;)

Comentarios

  1. asi me gusta, oeoeeeeeehhhhhhhhhhh
    aunque manda wevos que os pongan las ostaras como si fuera una pizza. verás como al final, australia va a ser como Fernan-Núñez pero en grande.
    Habeis comio canguro, ya? o habeis atropellao alguno? jejejeje
    animo, que ya le ireis cogiendo el pulso a la ciudad.

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